jueves, 15 de octubre de 2009

Lo peor está por llegar

@Marc Vidal - 14/10/2009

Vivimos un miserable engaño. La escenificación ridícula de una realidad inventada. El propio gobierno maneja informes y datos que demuestran que lo peor aun está por llegar y que, ni de lejos, se parecerá a lo que hemos vivido en este extraño 2009. Sin embargo son continuos los balbuceos de algún ministro que pretende hacernos creer que saben lo que se hacen, que es cuestión de muy poco tiempo que todo fluya por la senda de la “recuperación”. La verdad pesa como el plomo y es cuestión de pocos meses que la peor cara de la crisis se muestre con toda su crudeza. Alguno de esos informes del Ministerio de Economía asustaría al más optimista. Son para llorar. A finales de noviembre se prevé un tsunami de datos muy gruesos. Paro, deflación y caídas de diversos indicadores industriales y de producción serán como una bofetada en la cara para los ayatolás de los brotes verdes.


Claro que todo es según el prisma, o la subvención, desde donde se mire. Algunos publicaron la semana pasada que esos informes que menciono y que relatan un mal final de año y peor inicio del siguiente, ya empezaban a mostrar el final de la crisis. Es triste que algunos periodistas estén sólo para servir al régimen, venga como venga y lo pinten como lo pinten. Ese equívoco del que hablo se basa en el Indicador Sintético de Actividad, el dato en el que ejecutivo cristaliza los principales datos y que avanza la evolución de la coyuntura a seis meses vista. La obviedad es que ha empeorado considerablemente en el último mes. Si antes de septiembre se hablaba de una caída del 2,2% de la economía en una lectura interanual, ahora, ese mismo indicador ya habla, sin tapujos, de un desplome al 4%. Para evitar una lectura tan siniestra la mayoría de medios que le deben pleitesía al gobierno mostraron sus gráficas con lecturas de comparación trimestral, lo que evitaba el susto e incluso simulaba unos vientos favorables que no se cree ni el Tato.


Pero el color gris seguirá siendo un color sin alegrías compuesto de blanco y negro. Por mucho que se esfuercen no hay manera de fabricar un gris con amarillo y bermellón. Por eso los datos se irán concatenando y, de nuevo, no admitir la realidad será el problema en si mismo. No aceptar profesionalmente el diagnóstico retrasa todos los tratamientos y lo que es peor, posibilita cometer errores irremediables y siempre, además, el desenlace te pilla por sorpresa.


Pero no a todos nos pillará por sorpresa esta segunda oleada. El tiempo se acaba y con él viene la tormenta del déficit. Estamos hablando de que el gobierno decidió tirar de 400.000 millones de euros para sacarnos de la crisis entre garantías, frobs e inversiones. Ya sabemos que una parte de ese dinero está circulando por las cloacas del sistema, y que otra parte se ha desvanecido entre ajustes bancarios, rescates y avales.


Los beneficios de todo ello todavía son escasos o nulos. El paro no se ha reducido porque este país fabrica parados como churros sino crece al menos al 2,4%. Es evidente que ninguno de estos miles de millones va a cambiar el modelo de crecimiento de España, aportando valor y concediendo esperanza para los que seguimos apostando por emprender. No todo era meter arroz en el sistema, era preciso hacerlo con criterio. El dinero es un bien escaso, fabricarlo de este modo pasa factura. La deuda se deberá pagar más pronto que tarde y muchos descubrirán en breve que cuando un gobierno decide gastar, quien paga somos todos. Por eso, porque el dinero que utilizan es mi dinero, me gustaría que no lo tiraran o, peor aún, lo regalaran a los cobradores de intereses. Esa manera de gestionar el bono soberano ha generado desconfianza en el mercado. Esta desconfianza sobre nuestra deuda pública se percibe claramente cuando se observa la evolución del mercado de los credit default swaps, los conocidos seguros contra el riesgo de impago de la deuda de un país. La deuda proveniente de España ocupa el segundo lugar del mundo como emisor sobre el que más seguros contratan los inversores, para cubrirse del riesgo de impago.


En definitiva, lo peor no ha pasado, sino todo lo contrario y por si fuera poco, como advertí hace tiempo cuando todos negaban que el gobierno fuese capaz de subir impuestos, en este pais todos los justos van a pagar como pecadores. Será así porque la deuda española cada vez es más complicada colocarla, cada vez, por mucho que se emita, tiene menos atractivo y más riesgo. A menos deuda colocada, más impuestos, a más impuestos, menos consumo, a menos consumo, más deflación, a más deflación, menos crédito, a menos crédito, más paro, a más paro, más déficit, más deuda, más impuestos…

Fuente cotizalia.com

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