lunes, 22 de noviembre de 2010

El rescate irlandés es una gran oportunidad: el mundo no puede permitirse la caída de España

Estamos ante una oportunidad histórica de dar un gran paso hacia los Estados Unidos de Europa. Cierto es que existe el dicho popular en el que se resalta que no existe ningún problema que algún político con presión electoralista no pueda empeorar, pero, afortunadamente, el propio Benjamín Franklin dio en el clavo sobre cómo solucionar el agujero irlandés cuando decía que "no hay nada seguro en la vida, salvo la muerte y los impuestos".

Todo está dispuesto para un plan de rescate. No sólo no morirán países en problemas, sino que estamos ante una oportunidad histórica para sentar las bases de una necesaria reorganización fiscal que nos conduzca a los Estados Unidos de Europa.

Si la innovación tecnológica crece exponencialmente en tiempos de guerra, los grandes cambios políticos ocurren en momentos de crisis social. No me negarán que el panorama es inmejorable para ello. Un tecnicismo financiero y una ingeniosa manera de interpretar los impuestos son los dos grandes motivos que tenemos para ser muy optimistas.

Cuando saltó el problema griego -con su 120% de deuda sobre el PIB, irregularidades en sus datos contables y gastando cada año mucho más de lo que ingresan- el núcleo duro de la UE, encabezado por Alemania y el Bundesbank, tuvo que tomar una decisión. ¿Salvamos a Grecia (y los que vendrán detrás) o cerramos el chiringuito y cada uno por su lado?

Los tecnócratas, grandes profesionales que están entre bambalinas discretamente detrás de las luces de lo mediático, sabían que, más que un caso aislado, probablemente el escenario central fuera pensar que no hay dos sin tres. Hicieron números y llegaron a una pragmática conclusión: salvar a Grecia, Irlanda y Portugal implica un coste que, aunque se mide en miles de millones de euros, es diminuto comparado con la alternativa de no hacerlo. Además, se tirarían a la basura más de 50 años de trabajo diplomático que ha permitido vivir décadas -y permítanme que me anticipe este año a las grandes superficies en introducir el primer toque navideño- de paz y prosperidad envidiables.

Impuestos: hacia los Estados Unidos de Europa

El plan sería el siguiente. Puesto que disminuir la deuda de estos países por métodos tradicionales (crecer y pagar los intereses más el principal) es prácticamente imposible, hay que recurrir a un tecnicismo: habría que reestructurar la deuda, pero no los bonos, para que nadie hable de quiebra ni default.

Me explico más claramente. Si haces algún cambio a las condiciones de la deuda ya emitida de los países con problemas se lía gorda, pero si te esperas a que los Estados vayan teniendo que renovar su deuda (e Irlanda tiene cuartelillo aún hasta el verano que viene), y cuando llegue ese momento el que compra no es el mercado, sino que son acuerdos bilaterales privados entre gobiernos mediáticamente poco publicitados para que a más de un presidente no le cueste las elecciones, ya es otra cosa.

Con apoyo de fondos de pensiones soberanos, para que sea más elegante el vehículo, y un poco de ayuda de la máquina para hacer dinero que tiene el BCE, más permisivo por la baja inflación, podemos tener a Grecia en 2013 con un 50% menos de deuda pública y con una especie de préstamo a devolver a otras entidades pseudogubernamentales que puede ser refinanciado a 10, 30 años o incluso a perpetuidad.

Los países en líos no tendrían que devolver esa deuda nunca más, sólo tendrían que pagar un cupón todos los años en forma de intereses, probablemente, variables.

Fíjense, porque la belleza de esta solución no terminaría aquí. Que nadie se eche las manos a la cabeza, porque nada es gratis en la vida y los países pseudoquebrados no se van a ir de rositas, así que adivina adivinanza... ¿cómo se llaman los pagos periódicos que todos sufrimos, que varían cada año con una desagradable tendencia alcista y que se perpetúan a lo largo de nuestra vida hasta que morimos? ¡Impuestos!

Los países en problemas cambiarán la resolución de su deuda por la cesión de la política fiscal. Es el gran y anhelado paso para superar la unión monetaria e ir hacia una verdadera UE. Estamos a las puertas de los Estados Unidos de Europa.

El mundo no puede permitirse la caída de España

Y España, ¿qué? ¿Por qué no será la siguiente a Portugal? Conviene concretar el manido concepto de los PIIGS -que significa, gracias a la unión de las iniciales de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, cerdos en inglés- y no mezclar porque, de haber cerdos, hay sólo uno.

Hay un PIG y no tantos PIIGS. No se puede incluir a España ni a Italia en el acrónimo porque, por tamaño y trascendencia, no son equivalentes al resto de los compañeros periféricos. Si España se mete en un lío y se recrudeciera duramente la crisis, entonces directamente lo que hay que poner encima de la mesa es el futuro de la UE.

España no es salvable con acuerdos bilaterales, y el que Europa -también conocida como segundo cliente más importante a nivel mundial de China y EEUU- salte por los aires es un lujo que ni la primera ni la segunda economía del planeta se pueden permitir.

¿Y qué pinta China en todo ésto?

China ha jugado un papel fundamental a la hora de tranquilizar los mercados.

El propio profesor Fan Gang -director del National Economics Research Institute, China Reform Fundation, de gran influencia en Pekín- comentaba recientemente en Flims que uno de los motivos por los que China no diversificaba más sus reservas en euros o deuda europea es porque no es suficientemente grande. Gracioso, ¿verdad? El Viejo Continente dramatizando por el tamaño de nuestra deuda, y a Pekín le parece pequeña.

Es especialmente útil en este momento de mercado porque, como ya han hecho con la deuda portuguesa y española, con que destinen un pequeño porcentaje de sus reservas a comprar bonos de países periféricos europeos todo se resumiría en tres palabras: fin del problema.

A China le interesa mucho. Prácticamente no tiene coste para ellos, ganan relevancia internacional incrementando más, si cabe, su poder y, además, se apuntan un tanto que sacar en reuniones del G-20 cuando quieran quitarse las presiones para apreciar rápidamente el yuan.

Europa es un socio comercial clave, y no se benefician de su hundimiento. Fundamentalmente, porque el Gobierno chino tiene que seguir creciendo para crear puestos de trabajo que permitan comer a millones de nuevos empleados diarios. Saben, como bien conocía Napoleón, que las revoluciones empiezan en el estómago, así que les interesa arrimar el hombro para poder alimentar a toda su gente, por la cuenta que les trae.

Si los políticos no lo arreglan, China podría hacerlo. España y Europa están de enhorabuena y con herramientas para que esta historia tenga un final feliz.

Juan Ramón Caridad. CAIA. FIA Director General de Swiss & Global Iberia.

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