viernes, 26 de noviembre de 2010

LA FÓRMULA

“The Formula” (John G. Avildsen, 1980), es un film consecuente con el momento en que fue producido y rodado: tras los shocks petroleros del 73 y del 79, las multinacionales del petróleo se ponen de acuerdo para ocultar, por los siglos de los siglos, una fórmula descubierta por Alemania durante la II Guerra Mundial a fin de producir combustible barato y abundante a partir de elementos sintéticos. Lo mejor es el alegato final del boss de bosses de las petroleras: la rueda de la economía tiene que seguir girando y el negocio petrolero es parte de esa rueda.

Ahora, en el reino, el Señor Vicepresidente ha acuñado una fórmula:

“Austeridad + Reformas + Cohesión Social = Crecimiento Económico -> Recuperación” (El País 26.10.2010, Pág. 20). Pienso que esta fórmula no se halla totalmente completa. ‘Austeridad’: gastar menos, no necesariamente para ahorrar, sino, puede ser, porque no alcancen los ingresos; ingresos a la baja: más austeridad; mal asunto: no es tratar de ser más eficiente, sino más austero. ‘Reformas’: reformar, ¿qué?, ¿de qué modo?; es vital reformar las pensiones: ¿es de izquierdas reformar las pensiones?; reformas: hacer las cosas de forma que sean más baratas, de forma que puedan recortarse gastos, para ser más austeros; reforma sinónimo de austeridad. ‘Cohesión social’: quien más tiene da al que tiene menos: ¿es lo que antes se denominaba ‘redistribución de la renta’?, no: se redistribuye desde los ricos a quienes no lo son, se cohesiona cuando se pretende que se reduzca la diferencia entre los que generan menos en relación a quienes generan más aunque el crecimiento sea poco o nulo; cohesión tiene que ver con austeridad, y con muchas reformas.

Crecimiento: ¿va a aumentar el PIB a base de austeridad, haciendo las cosas de forma que sean más baratas, e igualando sin considerar donde puede tener más potencial lo invertido?; pienso que no; además, crecimiento no sólo es aumento del PIB, máxime ahora. Sigo pensando: hoy cuando se está pensando en ‘crecimiento’ se está pensando en ‘desarrollo’, ¿no?; en el desarrollo son imprescindibles cambios estructurales: ¡lo que ahora se pretende!, pero ese concepto va aparejado a ‘sub’: se da por supuesto que los países occidentales son desarrollados, ¿lo son?, ¿lo son todos?, ¿pueden seguir siéndolo quienes lo son, los que lo son, ¿lo son en su totalidad?.

Recuperación: ¿esa, la anterior, va a ser la senda para conseguir la recuperación?.

En la fórmula del Sr. Pérez Rubalcaba no encuentro ninguna referencia a coordinar estrategias con otras economías: de esta crisis, pienso, se saldrá coordinando políticas, medidas, no cada país yendo a la suya; ya: eso nos vendrá dado. Tampoco hay la más mínima referencia a la productividad, y la productividad será la herramienta para salir de esta crisis. Ni mención alguna al desempleo, a que actividades sustituirán a las que anteriormente absorbía el factor trabajo que ahora no es demandado.

La fórmula del Señor Vicepresidente suena a pobreza (la de la oposición no suena a nada porque no se conoce), a algo que se está deteniendo, a algo finiquitado. Da la sensación: por favor: da-la-sensación, de que estamos presenciando una reedición de la Reconversión Industrial versión 2.0; entonces se sanearon-liquidaron-alargaron la vida, varios subsectores industriales, y se preparó la puesta en marcha del IVA, y se empezaron a lavar las fachadas para entrar en Europa; ahora también hay que liquidar cosas: estructuras que pertenecen al pasado, pero así como entonces hubieron fondos de sobra hoy ya se han agotado; y hay que preparar la entrada en un nuevo escenario, pero, a diferencia de entonces, sin aspirar a representar un papel de una cierta importancia; y también ahora se podrán en funcionamiento nuevas figuras fiscales, pero sin expectativas de que sirvan para favorecer avances.

Entonces fue implementada unas políticas pensando en mañana, equivocadas o no, discutibles, pero con un horizonte temporal hacia adelante; estas políticas que ahora se han implementado, las que se implementarán, apuntan a una permanencia, a una supervivencia, a un anquilosamiento, y no es que las esté criticando: posiblemente sea el reconocimiento de que muy poco queda por hacer, como cuando a un paciente se le aplica medicina paliativa. Congelación de las remuneraciones del funcionariado, reducción de los costes laborales, reducción de las pensiones, reducciones de los salarios medios, ¿realmente se puede pensar que esta fórmula lleva al crecimiento y sostiene la recuperación?, y lo más chusco sea el hecho de que nada más se puede hacer.

Curioso. En 1982 un Gobierno empieza a poner en marcha unas medidas que agitan violentamente la realidad, en el 2010 otro Gobierno del mismo color también empieza a poner en marcha otras medidas que también agitan la realidad. Diferencias entre ambos momentos infinitas, pero destaco una: entonces el imaginario popular apuntaba hacia un horizonte de ‘más’, ahora apunta hacia ‘intentar no ir a menos’. La diferencia es radical, ¿no?.

(Lo digo entre paréntesis porque es una reflexión personal: y con este decorado hay alguiénes que se pelean para ganar elecciones: que me lo expliquen, por favor. Lo que llevo tiempo preguntando: ¿nadie se plantea un Gobierno de concertación?).

(Irlanda, España: ‘Es una crisis de confianza’. ‘Es una crisis de confianza’, sí, pero no sólo. Cierto es que la confianza ha bajado al sexto sótano, no hay confianza de que quienes deban -la totalidad de quienes deben- puedan pagar, pero hay algo más: la imposibilidad de que con el esquema actual de funcionamiento puedan hacerlo ya que para pagar precisarían crecer, y para eso necesitarían financiación, y a quienes deben hoy no les presta ni su madre. Con los recortes, aunque lleve a la miseria a las poblaciones de los deudores, no es suficiente: hay que facturar, hay que crecer. Eso por lo que respecta a la deuda pública total, pero hay más deudas.

Las empresas, las entidades financieras, las familias: ¿pueden todas esas personas pagar lo que deben?, ¿van a poder continuar pagándolo?. Si una gran compañía tiene problemas contacta con sus principales acreedores y llega a un acuerdo, los pequeños han de aceptar, la diferencia entre unas y otros radica en que una gran empresa tiene margen de maniobra, pero para una pyme o una micropyme, la diferencia entre cobrar en plazo la totalidad de la deuda o cobrar a dos años el 60% de lo que le deben pude significar la muerte, lo que llevaría a más desempleo, menos consumo, menor recaudación fiscal y más gasto público -o no: si se recorta-, es decir, menos crecimiento y menor capacidad para pagar las deudas que se tengan. Esta va ser una crisis de grandes compañías, de grandes economías, de grandes volúmenes, sí, pero no sólo. El problema es que todos quieren más, y los acreedores y quienes tienen pasta quieren que les paguen un mayor precio por lo que prestan, y quieren muchas mayores garantías de que van a cobrar. OK, pero que nadie olvide un refrán tan antiguo como el tiempo: ‘La avaricia rompe el saco’.

¿Y el euro?. No, pienso que no está en peligro: ¿a quién le interesa cargárselo?, ¿a quién le interesa que desaparezca?. Por un lado, es un instrumento que resume y simplifica: ¿se imaginan un porrón de deudas expresadas en otras tantas divisas; por otro, más bien que mal, defiende: ¿se imaginan los ataques que estarían recibiendo los PIIGS si el euro no existiese?. Es más pienso que el euro irá a más; rediseñado, con menos voces que hablen en su nombre, claro, pero profundizando en él: aunque cause problemas es parte de la solución.

Quienes dicen que está en peligro pienso que están queriendo decir otra cosa -volvemos a lo de antes-: que no tienen claro que las deudas que les deben las vayan a cobrar, pero se olvidan de que ellos también deben y, ¿van a poder pagar?).

(¿La reunión de ‘Los 30 de la Moncloa’?. Pienso: varias posibilidades y un referente triste e incómodo: las reuniones de Hoover en los compases previos a la Gran Depresión. Algunas posibles posibilidades: algunas: no todas: a) los Men in Black ya han dicho lo que hay que hacer y el Presidente del Gobierno se lo comunica, escenificándolo, a quienes generan el 45% del PIB del reino, b) trasladar a la opinión pública -a los votantes- la imagen de la continua preocupación del Gobierno y el permanente sentido colaborativo de las principales compañías españolas ante una situación de crisis generalizada, c) escenificar la entrega de los dossiers solicitados por el Gobierno a las principales compañías en relación a las propuestas de éstas para paliar la situación de postración económica en la que el reino se halla, d) ampliar el foco de atención: a día de la fecha la ciudadanía tiende a asimilar ‘Gobierno’ y ‘crisis’, lo que no es bueno en términos políticos debido al desgaste que supone, e) contrariamente a lo dicho la reunión no ha sido idea del Gobierno sino de las empresas, de las grandes empresas: de forma directa, sin patronales de por medio, trasladan al Presidente del Gobierno su sentir, y lo hacen en un acto que, también, escenifica una preocupación de Gobierno y empresas de cara a la opinión pública, f) la reunión ha sido forzada desde instancias económicas muy superiores a fin de que la ciudadanía se conciencie de que las cosas están verdaderamente mal, avalaría esta posibilidad el hecho de que en ningún otro país haya tenido lugar una reunión como esta, g) una combinación de fragmentos de casi todas las opciones anteriores. Ahora yo voy un poco más allá: ¿qué utilidad cierta, visible, tendrá esa reunión?; las que organizó Hoover, la verdad, tuvieron muy poca).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad RamonLlull.

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