martes, 4 de octubre de 2011

Costes laborales (de nuevo)

Ya hemos hablado del tema pero vale la pena volver porque el tema en cuestión parece que vuelve a estar de moda: ‘la moderación salarial’, si.

El razonamiento es conocido: como ya no es posible estimular la economía la única forma de que el tejido productivo español tire para adelante es a través de las exportaciones, y como los impuestos no pueden bajar más y los costes no laborales son los que son, la única vía es incidir sobre los costes laborales, y como de entre estos destacan los salariales, los salarios deben descender o, como mínimo congelarse; paralelamente también deberían ser reducidas las cuotas empresariales a la seguridad social a fin de contribuír a la disminución de costes laborales. Bien, pienso que el razonamiento deja al margen una serie de elementos.

Cuando la Revolución Industrial toma carta de naturaleza la evolución de la Historia había hecho que España se hubiese quedado anclada dos siglos atrás, ello conformó una forma de hacer las cosas absolutamente diferente al resto de países europeos: mientras que en 1850 Bélgica era una economía auténticamente industrial, el 99,99% de España era un conjunto de explotaciones agrarias muy mal gestionadas y el resto un conjunto de talleres que actuaban en régimen de protección arancelaria y en los que, prácticamente en ninguno, se innovaba nada en absoluto. España conformó un modelo productivo intensivo en mano de obra y ocupada en empresas y actividades muy poco capitalizadas porque el valor de lo fabricado no compensaba la inversión que hubiese hecho aumentar la productividad por unidad de factor efectivamente utilizado.

Desde principios del siglo XIX la inmensa mayoría de España ha sido así, y del cultivo de naranjas, la emigración a Europa y los inicios del sol-y-playa, se ha pasado a la construcción, el turismo masivo (de sol, playa y alcohol barato), la hostelería de precio alto en relación al bajo valor y el automóvil de reducido valor añadido. Sobre todo desde el final del franquismo, los salarios españoles NO han estado en relación con el valor añadido: en la llamada Transición los salarios monetarios crecieron el 34% en dos años a fin de comprar la paz social, pero SI en relación a la inflación. Llegó un momento: mediados de los 90, en que eso ya no pudo seguir siendo así porque España cada vez fue adquiriendo más compromisos europeos, pero entonces se inventó algo más sofisticado: el crédito. ¡Qué más da que los salarios reales tan sólo creciesen el 0,7% medio anual entre 1996 y el 2006!, para eso se concedieron créditos a mansalva, a la gente, a las familias, a las empresas. Pero hoy esa forma de hacer ya no tiene recorrido.

España se encuentra en el peor lugar de dos mundos. Por un lado, sigue con su modelo productivo intensivo en factor trabajo, baja capitalización, reducido valor añadido, y baja productividad; por otro, necesita crecer al 2,0% para crear ocupación y reducir los cinco millones de desempleados con que cuenta y eso teniendo en cuenta que su tasa de actividad es reducida en comparación con países de su entorno. Pero España no crece porque ya no se consume debido a que la capacidad de endeudamiento se ha agotado y no se construye y se fabrica poco porque los créditos se han secado, por lo que no se demanda factor trabajo, por ello se ha pensado que la salida tiene que ser la exportación, pero para ello España ha de ganar competitividad, y para eso han de, se sigue diciendo, reducirse los costes laborales.

Pienso que no. Esto en lo que acabamos de entrar no es una recesión sino una crisis sistémica en la que hay que adoptar un nuevo modelo, un modelo del que España se halla a años luz porque su productividad ya es muy baja y ese nuevo modelo va por la vía de la optimización de recursos. Además, la exportación encierra otro problema: para exportar tienen que comprarte, y las rentas están descendiendo en todas partes y más descenderán a medida que la crisis se vaya endureciendo y expandiendo, por lo que la demanda global tiende a la baja y la competencia aún será mayor, competencia que hoy se gana vía aumento de productividad que permita reducir costes y, por ello, precios, pero no, en la mayoría de los casos, reduciendo los salarios de unos trabajadores de los que cada vez se va a necesitar un número más reducido debido a que, o bien se capitalizarán procesos productivos, o se cerrarán por falta de competitividad. En un restaurante de playa de bajo precio que, por la razón que sea, continúe estando de moda, una reducción de salarios puede ayudar a mantener unos precios que ayuden a que siga estando de moda entre el menor turismo que irá llegando a medida que en Europa, Asia, USA, los créditos se vayan restringiendo y la rentas reduciendo.

Con la reducción de cuotas empresariales a la seguridad social sucede algo parecido (de hecho es un complemento salarial más), pero, ¿cuánto aumentaría la competitividad de la empresa media española si las cuotas a la seguridad social que esa empresa paga se redujesen, por ejemplo, el 10%?, y, ¿en cuánto aumentarían sus ventas exteriores si ello sucediese?. Mayor incidencia tendría la instauración del despido libre y gratuito: contratar a quien se necesita y prescindir del trabajador cuando no se necesite, en el marco de un contrato temporal, naturalmente. Pero ambos procederes, ¿en cuánto aumentarían la demanda de trabajo?, y las reducciones salariales, ¿en cuánto harían descender la tasa de paro?. Y ello sin mentar el fraude fiscal de las empresas, porque, no nos engañemos: cuanto más defrauda una empresa menores costes tiene.

Los salarios se reducirán en España, eso está cantado porque pienso que ese es el objetivo último de la reforma laboral, y las cuotas empresariales a la Seguridad Social también descenderán porque también eso es parte del mismo objetivo. Y, así mismo, también será mucho más fácil y barato despedir en España porque, aunque más oculto, ese es un corolario de la reforma laboral. Pero pienso que todo eso, ni va a contribuir que España crezca, ni va a reducir la tasa de desempleo, ni va a aumentar la población ocupada. Porque la española es una economía antigua que ni siquiera ha llegado a estar totalmente en este modelo que ya está agonizando.

¿Mañana?. Pienso que España se enfrenta a una situación triste y pobre. Triste porque a lo máximo que puede aspirar durante ‘lustros’ es al estancamiento: a no ir a peor, pobre porque España no va a crecer lo suficiente para ocupar, ni siquiera precariamente, a los veinticinco millones de personas que hoy en España podrían trabajar, de hecho pienso que va a crecer para ocupar a pocos millones, lo que supondrán rentas medias reducidas, desempleo estructural muy elevado, carencias sociales crecientes, … por mucho que bajen los costes laborales, si, y por mucho que bajen los salarios. Y, ¿por qué?, pues porque España es como es y no puede ser de otra manera ya que si pudiera serlo ya lo sería porque desde hace mucho tiempo ya lo hubiera sido.

Cierto: España tiene ya empresas y clusters que crecientemente estarán más integrados en ejes de actividad y redes de colaboración, empresas generadoras de muy alto valor añadido y con muy elevadas productividades; empresas, por tanto con una muy elevada competitividad. Pero esa es otra España (y en esto no hay ni un microgramo de política, de ninguna).

(Por cierto, el control de precios sólo es posible en una economía planificada, pero hay que saber lo que algo así daría lugar. El control de rentas empresariales es factible: a través de la persecución a muerte del fraude fiscal y de una política fiscal que ponga a tales rentas en el punto de mira, pero hay que tener claro lo que ello implicaría. Y evitar o minimizar las protestas que la reducción salarial va a suponer se podría conseguir: aplicando medidas en la línea a las que se aplicaron a los controladores aéreos hace poco menos de un año, pero habría que asumir a lo que eso llevaría).

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(Añadido a las 06:58 h). Cada vez se están diciendo más cosas, cada vez se están diciendo más cosas: “Goldman Cuts Global GDP Estimate” ( aquí). Con ‘recessions in Germany and France’. ¿Les suena?: lo comentamos aquí: cuando les dejen de comprar ...

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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