lunes, 17 de octubre de 2011

Es difícil que China nos eche una mano ahora

En varias ocasiones hemos traído a esta columna nuestra preocupación por la situación en China y como el gran motor de la economía en los últimos tres años se podría enfrentar a un hard landing (término que se utiliza para describir un enfriamiento súbito de la economía tras un periodo de rápido crecimiento). China pudo evitar el contagio de la crisis financiera, que derivó en económica, en 2008 mediante una expansión monetaria y relajación de tipos que ahora es improbable que pueda adoptar. Los grandes peligros actuales son la alta inflación y la increíble expansión del crédito con la que lucha el Gobierno.

China no es simplemente la gran amenaza económica mundial, sino que el desastre podría estar muy cerca de suceder. Pero los grandes medios de comunicación a nivel internacional parecen querer mantener en secreto, durante el mayor tiempo posible, los potenciales riesgos a los que nos enfrentamos.

El lunes, el fondo estatal Central Huijin, empezó a comprar acciones de los bancos chinos para intentar restaurar la confianza y el desplome de los precios. Mientras tanto, el ministerio de Finanzas de China está interviniendo para garantizar el sistema ferroviario del país. Este gigante se ahoga en su deuda de 300.000 millones de dólares tras su vertiginosa expansión. Ahora debe 25.000 millones de euros a sus dos principales proveedores y se ha quedado sin dinero para pagar a los trabajadores en el proyecto del ferrocarril Lanzhou-Chongqing. El ministerio ha ofrecido una rebaja de impuestos del 50% sobre la deuda del ferrocarril en su última subasta.

El reputado editor Ambrose Evans destaca que esta es una señal de que el Gobierno está detrás del sistema.

Mientras tanto, Beijing está negociando un rescate de 15.000 millones de dólares para el centro de empresas de Wenzhou, al sur de Shanghai, donde el pánico ha provocado una contracción del crédito para las pequeñas empresas y las compañías constructoras.

Aproximadamente el 60% de los préstamos de la región provienen de préstamos no bancarios fuera de control. “Es una red financiera muy estrecha que interconecta a los prestatarios y los prestamistas, a menudo para el beneficio muto y a menudo para su mutuo perjuicio”, dice Caixin Magazine. “Si solo unas pocas compañías altamente endeudadas colapsan, el problema financiero podría extenderse a todo el sistema crediticio”. Y el efecto dominó comenzó a poner en peligro a todo el sistema ya en julio.

Nicholas Hastings, editor de Dow Jones, señala en un artículo en el Wall Street Journal que China se encamina hacia un aterrizaje mucho más dificultoso que el que le gustaría a la economía mundial.

Tras la caída de una décima hasta el 6,1% en la inflación interanual de septiembre, el Banco Popular de China podría comenzar a revertir sus recientes aumentos de tasas, en especial debido a que al menos parte de la caída de la inflación se produce por los precios más bajos del cerdo.
No obstante, no todo es tan simple. Simon Derrick, estratega senior de Bank of New York-Mellon en Londres, señala que el subíndice de alimentos ha subido un 10% interanual y que, dentro de él, los precios de la carne y las aves están casi un 30% más caros que hace un año.

Entonces ¿un recorte de tasas ayudaría a una recuperación de los precios de las viviendas? Se pregunta Hastings.

Olvídenlo. Especialmente cuando los alimentos y el riesgo de inestabilidad social están en juego. “Esto es China, recuerden. Las ecuaciones económicas que podrían funcionar de manera obvia en cualquier parte, no funcionan necesariamente allí.”

De modo que Beijing está entre la espada y la pared, incapaz de responder al estallido de la burbuja del sector inmobiliario con menores tasas de interés debido a la amenaza que representarían los ya altos precios de los alimentos

Hastings señala que es improbable que Beijing logre un aterrizaje “suave” y así el Gobierno del país seguirá siendo sensible a la tasa de cambio del yuan, siendo poco probable que acelere el actual ritmo constante de apreciación y entregue algún alivio inmediato a la atribulada economía mundial.

Fuentes: Ambrose Evans y Nicholas Hastings

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