miércoles, 26 de octubre de 2011

Hablando de Crisis Sistémica: El abuelo funda, el padre mantiene y el nieto hunde

Llama la atención que Merkel no pusiera demasiadas trabas a que el ex hombre de oro italiano accediera al sillón de mando del BCE. Más sonada fue la dimisión del Economista Jefe de la institución, Jürgen Stark, lo cual puso de manifiesto que aquí no se van a andar con chiquilladas. Ya se había contagiado la banca francesa, que, incapaz de financiarse en dólares, precisó de la acción coordinada de los cinco bancos centrales más importantes del planeta. El cortafuegos, al igual que todos los anteriores, ha permitido ganar tiempo, un tiempo que aprovechó Geithner para cruzar el charco y asegurarse de que en Europa seguíamos sus consejos. Pero estos cortafuegos no son más que meros parches temporales, y eso lo sabe muy bien Trichet, que en una de sus últimas apariciones como presidente del BCE, quiso dejar claro ante la historia que sabe muy bien lo que se cuece, pronunció lo que hace poco parecía impensable en boca de un alto mandatario, esas dos palabras: “crisis sistémica”.

Trichet será recordado como el malabarista que hizo lo que medianamente
pudo, como el intento de equilibrio imposible entre la ortodoxia monetaria y los vividores manirrotos; todo ello con un certero conocimiento de la imposibilidad manifiesta de controlar la situación conjunta real a largo plazo mediante la imposición unilateral y temporal del tipo de interés.


Hablando de banqueros, cuando le proponían al financiero Juan March un nuevo negocio, lo primero que preguntaba era quien lo iba a llevar. Tenía claro que el éxito o fracaso de un proyecto dependía en buena medida de la persona responsable.


Lo verdaderamente esencial para el magnate era rodearse de colaboradores brillantes. Contrasta sobremanera como hoy muchos parados difuminan e incluso borran sus méritos para aparentar ser menos capaces de lo que son. No vislumbran otra salida que aplicar medias verdades para lograr iniciar una relación laboral, relación en la que supuestamente prima la confianza. Irónico pero terrible, señal clara de un grave problema de fondo. Asusta comprobar hasta que punto ha degenerado parte de la clase dirigente y empresarial. La conjura de los necios es ahora en el ascenso de los mediocres. La soberbia mediocridad impulsa el orgullo de la nada, que a su vez genera miedo a la humildad, elementos característicos de una sociedad cada vez más dura, fría y deshumanizada.


¿Consecuencias? Lo quieres, lo tienes. El abuelo funda, el padre mantiene y el nieto hunde. El endeudamiento desmedido ha conducido al triunfo del infantil “lo quiero, y lo quiero ahora”. Avaricia creciente e insaciable que, como consecuencia del agotamiento del modelo, en bastantes casos causa una huida hacia delante. La cúpula sucumbe en última instancia a la tentación de la descapitalización empresarial.


Enterrar el negocio procurando que el marrón se lo coma otro es la última moda. Y ojo, estoy hablando también a nivel de sociedad. El gran chollo para el nieto, el pelotazo definitivo, es otro síntoma de la profunda descapitalización moral reinante. La frecuente falta de visión empresarial por incapacidad, sumado a un futuro económico que de por sí pinta ya muy negro, augura un largo y frío invierno.


La carambola quizá sea la conjunción planetaria de tres inviernos: el económico preconizado por el economista ruso Kondratieff; el climático, pronosticado entre otros por el astrónomo alemán Theodor Landscheidt; y el democrático augurado por una gran cantidad de autores e intelectuales. Inviernos a los cuales en Occidente podemos incluso sumar un cuarto: el demográfico, el de las pirámides de población invertidas, que incluso podría retroalimentar el primero y el tercero de los anteriores.


Nos creemos lo mejor, superiores a nuestros mayores, y no somos más que una generación de chulos vanidosos criados al calor de un estado de bienestar que soñaron nuestros abuelos y por el que sudaron nuestros padres. En miseria hemos convertido su herencia y de miseria nos vamos a alimentar como sociedad decadente durante este largo invierno económico, climático, democrático y demográfico que parece estar llegando.


¿La salida? ¿hay salida? Nos falta la actitud de Churchill ante la adversidad. Necesitamos esa valentía para afrontar con firme determinación los problemas, esa obstinada voluntad de superar la situación desesperada. Afán y ganas de mejorar pero aceptando la realidad. Shackleton no perdió ni un solo hombre tras permanecer casi dos años en el antártico, gracias en parte a su decisión, coraje, y a la toma de decisiones adecuadas.


Viene a la mente aquel famoso discurso económico televisado en 1977 del Dr. Enrique Fuentes Quintana. La España deprimida de aquellos años queda plasmada en la película “Vaya par de Gemelos” en la que un contable (Paco Martínez Soria) es sustituido por una máquina y un joven que la maneja.


No muy diferente de lo que pasa hoy en día: las bolsas están ahora controladas por máquinas, que a su
vez programan treintañeros. Las cosas no son lo que eran. Evolucionar o morir. Gestión del cambio. Curiosamente aparte de que el territorio griego haya protagonizado episodios inolvidables de la historia como la aparición de la democracia, o aquella decisiva batalla épica en las termópilas contra el imperio persa, fue también centro neurálgico del imperio bizantino, que no olvidemos, extremadamente importante, sobrevivió militar y culturalmente la hecatombe que supuso la caída de Roma. Fue un verdadero reinventarse obligatorio para adaptarse al nuevo mundo.


Volviendo al principio, quizá Alemania se haya resignado ya a la aplicación de las recetas monetarias imperantes al otro lado del Atlántico. Saben de sobras que el cortafuegos aplicado a la banca francesa es el último posible antes de que las llamas pasen a su territorio. Y para tapar las vergüenzas propias de los que acusaban con el dedo a los demás reyes de ir desnudos, ahora toca recapitalización de la banca europea en su conjunto. Europa precisa sostener el mito del particular primo de Zumosol, sobre todo mientras éste todavía tenga algo de músculo exportador.


Cada cosa a su tiempo y cuando toque. La salud del enfermo se sabrá mejor al conocerse si el esperado QE3 será todavía un chute de deuda limitado temporalmente como los anteriores, o si pasará a ser intravenoso y permanente. Y mientras los emergentes sufren a base de inflación inducida, incubando una bomba de relojería social, y pese a la reciente corrección, seguirá primando hasta burbujear lo tangible versus lo etéreo: energía, materias primas y alimentación.


Objetividad. El canario estaba en la mina para alertar. Una crisis sistémica no se arregla con una mano de pintura. Es curioso como hace 70 años Polonia se hartó de avisar que Hitler se estaba rearmando, pero nadie les hizo caso. Cada cual elige su camino en función de la realidad percibida. Lo sabio es analizar el entorno continuamente, y actuar en consecuencia. Hay que coger la chaqueta cuando se espera frío.

fuente: lacartadelabolsa

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