lunes, 24 de octubre de 2011

Otra vertiente del modelo de protección social

Como muchas/os de Uds. sabrán colaboro los martes en el programa La Ventana de la SER. Hace unos meses una señora telefoneó para recabar nuestra opinión en relación a un tema que le preocupaba: la obra social de las Cajas de Ahorro, ¿la iba a continuar teniendo en cuenta el proceso de absorciones en las que se hallan inmersas estas entidades financieras?.

Le respondimos que nada llevaba a pensar que se fuese a plantear un cambio jurídico que llevase a la eliminación de tal tarea, aunque, claro está, todo quedaba sujeto a la evolución que tuvieran los beneficios de tales entidades financieras ya que lo que las Cajas dedican a obra social es un porcentaje de los beneficios que obtienen en cada ejercicio (al margen de que puedan existir reservas acumuladas para tales fines), y si los beneficios caen … El País del 16.10.2011 publica, en sus Págs. 28 y 29 un trabajo muy bueno que aborda esta materia, un trabajo que invita a la reflexión.

Cuando ‘España iba bien y muy bien’ las Cajas de Ahorro ‘ganaban’ mucho dinero (entenderán las comillas) y había dinero para obra social, pero eso, ‘ganar’ mucho dinero, ha dejado de ser así. A la vez, la necesidad de la obra social no ha disminuido, al contrario; y el motivo es una especie de pacto no escrito entre todos los entes prestadores y contribuidores al modelo de protección social: las Cajas, a través de su obra social, son participes en el modelo de protección social, aunque al hombre de la calle no se le ocurra verlo así; pero sí lo ven así, y de forma diáfana, las Administraciones Públicas y la Seguridad Social: los más de 1.460 M que las Cajas gastaron en obra social en el 2010 fueron millones que esas Administraciones y esa Seguridad Social pudieron no-gastar.

Es decir, la obra social de las Cajas es esencial y más va a serlo -¿o debería decir ‘más lo sería’?- en un entorno de reducción continuada de las prestaciones sociales por caída de la recaudación fiscal y aumento de las necesidades sociales ahora que ‘España va mal y más que mal’. Con una matización hoy esencial: para la mayoría de la población el concepto de obra social se halla vinculado a la asistencia social propiamente dicha y a temas culturales, como museos, pero no a eventos deportivos, cosa que si han financiado. Conocen esta frase que empleo con asiduidad: ‘hoy lo necesario es lo importante’, y patrocinar un evento deportivo es menos importante que evitar la desnutrición de un recién nacido: hoy, en la rica Barcelona, la diferencia de esperanza de vida entre el barrio de Pedralbes y el de Ciutat Vella es de seis años.

Resumiendo. La obra social de las Cajas, su concepto, pienso, cada vez va a ser más necesario. Desde la vertiente pública, del Estado, de las Regiones, de los Ayuntamientos, habrán los fondos que hayan: insuficientes para lo importante, ahí es donde aparecen ‘los otros prestadores de coberturas’. Hace años que se está hablando de las ‘multinacionales de la asistencia’: ONGs con tamaño y extensión global que coordinan procesos aglutinando trabajos y colaboraciones de otras más pequeñas; por ahí voy.

Existe un nivel de protección social que siempre se brindará fuera de los cauces ‘de pago’ entre otras razones porque la población no va a tener renta para pagar las coberturas: en USA, cuando las cosas iban de fábula, el 14% de la población no tenían ningún tipo de cobertura sanitaria porque no podían pagársela, hoy es el 16%, ¿cuántos serán mañana?. Las grandes corporaciones, las grandes empresas, tanto de forma individual como colaborativa tienen ahí un campo casi virgen para actuar, y no me estoy refiriendo a que una compañía pague una póliza de cobertura sanitaria a sus empleados, sino a algo mucho más amplio: a la colaboración en algo que aún se halla en pañales en nuestro mundo: el Tercer Sector, un yacimiento de empleo y una forma real de atender a esa cosa-de-la-que-ya-no-se-habla-apenas: la responsabilidad social corporativa.

En cualquier caso, mi sugerencia a los gestores de las Cajas de Ahorro españolas, sean ahora bancos, o no: no dejen la obra social, más aún poténcienla y difúndanla. Tienen ahí un hecho diferencial un activo muy importante, una fuente de publicidad. Sus departamentos de marketing ya se lo habrá dicho.

Siguiendo con el sistema financiero, lo que se está diciendo (y lo que no se está diciendo) en las cumbres de los días 22 y 23 de Octubre está conduciendo a los participantes y usuarios del sistema financiero europeo y mundial hacia una pregunta absolutamente crucial: ¿qué hay en los activos de los balances de las entidades financieras?.

Si en esos balances hay una deuda pública de cuya calidad se duda abiertamente porque no se tiene la seguridad de que algunos de sus emisores puedan atenderla; si hay unos activos tóxicos -de los que no se dice ni pío- contabilizados a un valor que en muchos casos puede ser cero pero que las entidades precisan para seguir operando: son activos, y que las entidades no podrían provisionar a pérdidas caso de que se les exigiese porque no tienen suficiente pasta con que provisionar; si hay una deuda privada de la que no se sabe -o no se dice- la probabilidad de impago; ¿qué hay realmente de bueno en los activos de los balances de las entidades financieras del mundo mundial?.

Terrible pregunta, ¿verdad?, terrible porque depende de su respuesta el verdadero estado de las entidades financieras del planeta.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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