miércoles, 5 de octubre de 2011

Trabajar: un lujo por el que hay que pagar

Recientemente recibí un mail. Su autora era una madre, profesional en una multinacional. Abordaba un problema taboo porque nadie se atreve a afrontarlo. El título de hoy es el ‘Asunto’ del mail de esta lectora.

“Pensando en la noticia que España ya es el tercer emisor de inmigrantes a UK, le hago el siguiente comentario.

¿Cómo acceden muchos españoles jóvenes al mercado laboral británico? Pues con la ayuda de sus padres.

Conozco varios casos en qué los padres pagan a una agencia que se encarga de intermediar en la búsqueda de trabajo (incluidos trabajos de camarero con sueldos precarios). Otros que les pagan un master en una buena escuela para que tengan acceso a la bolsa de trabajo. Los gastos de instalación en el país (alquiler, transportes, etc.) los sufragan los padres con tal de que sus hijos tengan una oportunidad de trabajo (cosa que no hay aquí). Por otra parte los salarios que ésos jóvenes perciben no les permiten vivir “cómodamente” y periódicamente reciben ayudas de sus padres. Aun así, la mayoría vive en pisos compartidos, no tiene coche y por la intensidad de su trabajo no tienen tiempo de gastar demasiado en ocio.

Es cierto que a largo plazo puede ser una inversión, sobre todo si el hijo/hija tiene una buena formación, ya sabe inglés, es espabilado, muy trabajador y consigue desarrollar su carrera. Si no, vendrá de vuelta, porque allí el despido es libre. Pero ya es el colmo que sean las clases más acomodadas las que pueden emigrar, y es que un puesto de trabajo en una empresa se ha convertido en un objetivo hasta para aquellos que no tendrían necesidad de percibir emolumentos. El trabajo es un lujo del que se puede presumir.

Me comentaban este fin de semana, que muchos padres adinerados están pagando a empresas ubicadas en China para que contraten a sus hijos por una temporada. También conozco el caso de unos padres que están pagando el coste de la seguridad social a una empresa constructora para que tengan contratada a su hija que acaba de licenciarse en arquitectura.

Incitar a los jóvenes que busquen empleo en otros países es un buen consejo para salir de este país tan desastroso, pero no todos pueden hacerlo aunque lo deseen”.

Mi respuesta fue muy simple: ¿qué podía añadir?:

“La realidad, la única e inmutable realidad es la de que la oferta de trabajo es muy superior a la demanda, en todos los subsectores, en todas las actividades, y en todas las profesiones, y mientras esto no se vea así, no se analice así, y no se aborde así, lo que Ud. apunta continuará sucediendo (mientras las familias sigan teniendo renta y/o capacidad de endeudamiento para que suceda, claro)”.

En línea con esto recibo no hace mucho un mail de un lector en el que me cuenta que en un lugar del hemisferio Norte los trabajos se compran. Me pone un ejemplo, el de una señorita: “En ese caso ella tiene trabajo y se asegura que la estabilidad durará lo suficiente para recuperar la inversión y a partir de entonces empezar a ganar dinero”. Y me incluye un link que ha encontrado, bueno, varios, pero este es el más aséptico.

Yo, un poco por elucubrar, le respondo: “(…) el paso siguiente pasaría a ser la subasta de cada puesto de trabajo”, a lo que él replica: “no descartemos las subastas ... imaginarlo es quizá anticipar el futuro. Esperemos que no!”. ¡Huaaaaaaaaaau!.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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