miércoles, 16 de noviembre de 2011

La situación de Italia empieza a ser dramática, y no tiene fácil solución

La situación en Italia empieza a ser dramática. La dimisión del primer ministro Silvio Berlusconi no ha calmado a los mercados, que han situado la rentabilidad de su bono a 10 años por encima del 7%. Sus diferenciales están en máximos. Algunos analistas hablan ya de que llevará dos décadas solucionar la crisis de su deuda, y que a menos que el resto de la zona euro ofrezca a Italia una enorme cantidad de ayuda y durante un largo período de tiempo, Italia entrará en suspensión de pagos.

Pero la confianza de los inversores, piedra angular de esta situación, no se va a recuperar con nuevas medidas de austeridad. Han demostrado ya suficientemente su ineficacia para este cometido. El mercado quiere ver indicios de recuperación económica, y medidas en ese sentido. “Lo que necesitamos ahora es una excusa para que la gente compre bonos italianos, y esa es un plan de crecimiento, lo que permitirá que el país crezca en lugar de ser abatido por la austeridad.”, afirma Chris Watling, consejero delegado de Longview.

Pero el problema es que la economía de Italia tiene enormes problemas estructurales, que dificultan su crecimiento. Este es un tema del que no se ha hablado suficiente (todo va tan rápido que los análisis no son lo suficientemente profundos).

Stacy Meichtry y Deborah Ball realizan un análisis en el WSJ sobre este tema, que creemos sumamente interesante llevar en parte a estas páginas:

Dell’Orco & Villani es la clase de pequeña compañía que domina en la economía italiana, que es esencial que rejuvenezca en esta parte crucial de la zona euro.

Sólo hay un problema. “Nuestra política siempre ha sido la de no crecimiento”, afirma Sergio Dell’Orco, presidente de 64 años de edad, de esta empresa fabricante de máquinas de reciclaje. Las estrictas leyes laborales, y el ineficiente sistema legal, dificultan este crecimiento, que provoca que sea difícil trabajar “si eres grande”.

La falta de crecimiento en negocios familiares como Dell’Orco es un enorme obstáculo para que el país se haga más dinámico. Las agencias de calificación Moody’s y S&P citaron la falta de crecimiento de Italia como el obstáculo fundamental para reducir su nivel de deuda. El BCE ha solicitado a Roma que flexibilice la contratación y el despido laboral.

La economía de Italia es hoy en día únicamente un 3% más grande que hace una década. Muchos factores han contribuido ha este estancamiento. Desde un sistema de educación desvencijado, a sus bajas tasas de empleo femenino, juvenil y de trabajadores mayores. Pero la razón central, según los economistas, es que su sector privado está compuesto principalmente por pequeñas empresas familiares que son incapaces de crecer.

Los sindicatos se oponen por su parte a las propuestas del gobierno para flexibilizar las leyes laborales italianas. Ellos han amenazado con paralizar el país con huelgas si el Gobierno intenta medidas en ese sentido.

Detrás de ese escaso crecimiento empresarial se encuentran los hábitos y los temores de una larga lista de empresarios familiares, que se aferran al control de sus empresas hasta altos niveles de edad. Muchas de esas empresas han aprendido a sobrevivir haciendo negocios dentro de las redes de clientes y proveedores de confianza, en lugar de tomar riesgos de negociar con forasteros.

“Estas empresas tienen menos propensión a innovar, participan menos en investigación y desarrollo, y rara vez penetran en los mercados emergentes”, según Mario Draghi, presidente del BCE y antiguo presidente del Banco de Italia.

La economía de Italia ha dependido tradicionalmente de caídas en el tipo de cambio y de un alza de la deuda pública. Ahora que no dispone de estas vías, el país necesita un crecimiento basado en el aumento de la productividad.

Las empresas que cotizan en bolsa son relativamente pocas. El número de empresas se ha reducido de 336 en 2008 a 326 actualmente.

La prevalencia de las empresas pequeñas es un tema central en las economías del sur de Europa. Las empresas con menos de veinte trabajadores empleados son aproximadamente el 60% de la fuerza laboral de Italia, Grecia, y casi la mitad en España y Portugal. Esto se compara con el 30% en Alemania, y el 20% en EE.UU.

El entorno jurídico y normativo de Italia desincentiva a las empresas a dar un salto de tamaño. Las empresas necesitan un promedio de 258 días para obtener los permisos que necesitan para abrir un nuevo almacén en Italia, en comparación con los 26 días en EE.UU. Un empresario que va a los tribunales para hacer cumplir un contrato tiene que esperar en promedio unos 1.210 días, frente los alrededor de 300 días en EE.UU. o Francia.

Como resultado, los empresarios prefieren negociar de forma informal con la gente que conocen, en vez de confiar en las instituciones públicas. “La ineficiencia del sistema judicial es un problema generalizado”, afirma Magda Bianco del Banco de Italia.

Aunque algunas recientes reformas han ayudado un poco, la situación en general no ha variado, y la ineficiencia del sistema empresarial italiano es la norma.

“El modelo de la iniciativa empresarial de la familia en Italia es un fracaso, pero nadie quiere admitirlo”, dice Enrico Ceccato, quien dirige un fondo de inversión que se centra en empresas en dificultades. “Estamos llegando al final de la carretera. Estas compañías se han agotado”.

lacartadelabolsa

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