martes, 13 de diciembre de 2011

La cumbre europea suscita tres preguntas claves

Hay un aspecto de las medidas adoptadas en la pasada cumbre europea al que no se le ha dado la suficiente importancia desde mi punto de vista, y este es la notoria ausencia de un plan detallado para incentivar el crecimiento en la unión europea. El foco de la atención de los líderes políticos se ha centrado en la integración fiscal, llegando a acuerdos de objetivos de déficits muy ambiciosos, y comprometiéndose, hasta con leyes de rango constitucional, a alcanzarlos o si no habrá penalizaciones automáticas.

Pero las medidas de austeridad fiscal no nos sacarán de la crisis, si no se complementan con incentivos al crecimiento. Sin un plan que evite la profundización de la crisis económica en los principales países afectados, las medidas de austeridad impuestas harán inútiles los objetivos de déficits establecidos. Las recesiones se alargarán, los países se empobrecerán y el conjunto de la unión saldrá perjudicada. Este planteamiento lo lleva a las páginas del FT, uno de nuestros analistas de cabecera, Gavyn Davies:

En medio de toda la atención en la decisión del Reino Unido de utilizar su poder de veto, es importante no olvidar el principal resultado económico de la cumbre, que es que el acuerdo anuncia una nueva era en la política europea. El enfoque alemán a la política fiscal ahora será en toda la eurozona. Esto plantea tres preguntas clave:

¿Qué diferencia habrá con el antiguo status quo?

¿Es una buena idea desde el punto de vista económico?

¿Se permitirá que el Banco Central Europeo en el futuro desempeñe el mismo papel en la eurozona que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra han estado jugando en los EE.UU. y en el Reino Unido?

Mi opinión inicial es que el acuerdo será suficiente para amortiguar la fase aguda de la crisis, pero que la ausencia de una clara estrategia a largo plazo sobre el crecimiento, significa que podríamos tener todavía un largo período de problemas crónicos.

Primero, entonces, ¿cómo de diferente es este acuerdo del status quo de política fiscal? Es cierto que existen algunas diferencias importantes, aunque podrían ser bastante más importantes en el simbolismo político que en la realidad económica. Esto dependerá de la letra pequeña, que aún no se ha escrito.

La diferencia fundamental con el “six pack” de la normativa que entró en vigor en noviembre es la nueva regla fiscal, que requiere que los presupuestos de las administraciones públicas deberán mantener un equilibrio o superávit. Este principio se considera que será respetado si, por regla general, el déficit estructural anual no excede del 0,5 por ciento del PIB nominal. Dicha regla también será introducida en los sistemas legales de los Estados miembros a nivel constitucional o equivalente. La norma contiene un mecanismo de corrección automática que se activa en caso de desviación.

Esta norma, que será consagrada en un nuevo acuerdo internacional, ciertamente suena muy dura. El hecho de que ahora se inscriba en la legislación nacional, y que permita a la Comisión Europea participar en la elaboración de los presupuestos nacionales, son pasos importantes. Sin embargo, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento contiene una disposición similar como objetivo a medio plazo para los presupuestos, y también contiene sanciones que son automáticas, a menos que se revocara por mayoría cualificada del Consejo. Así que la regla fiscal no es del todo novedosa.

El incumplimiento de la nueva norma no está determinado por la simple aritmética, sino por la Comisión, que tiene en cuenta muchas circunstancias especiales (tales como la existencia de una profunda recesión) antes de declarar el incumplimiento. Esto seguirá siendo así. El resultado es que el nuevo régimen fiscal es probable que aumente la presión política sobre los gobiernos para avanzar hacia el equilibrio presupuestario, pero en la práctica es probable que sea mucho menos automático y menos rígido que lo que sugiere el comunicado de la cumbre.

En segundo lugar, ¿es algo de esto una buena idea desde un punto de vista económico? Aquí entramos en un territorio muy debatido. El problema obvio con la imposición a los países de una mayor responsabilidad para adoptar una mayor austeridad fiscal (que en varios casos, es obviamente necesario, sea o no la indisciplina fiscal la causa original de la crisis), es que también les hace mucho más difícil salir de la recesión. Así que podríamos haber esperado de la cumbre que se hubiera abordado seriamente la necesidad de una estrategia de crecimiento.

A este respecto, el comunicado es muy poco convincente. Se hace mención al “nuevo procedimiento macroeconómico de desequilibrios”, que también acaba de ser aprobado por la Unión Europea. Con ello se pretende aumentar la presión sobre los países con superávit (principalmente Alemania) a aceptar una mayor responsabilidad para cerrar el balance de los desequilibrios de pagos, en lugar de dejar todo a los países deficitarios para que manejen la situación a través de la contracción fiscal. Pero esta resolución, a diferencia de la regla fiscal, no tiene sanciones en caso de incumplimiento. La falta de una estrategia de crecimiento, y la falta de un plan para eliminar los desequilibrios de competitividad en la zona del euro, podría convertirse en omisiones muy graves.

En tercer lugar, ¿se capacitará al BCE para que actúe más como un banco central normal en la zona del euro? Este es sin duda uno de los principales objetivos del acuerdo, por lo que esta pregunta es crucial. La reacción inicial de Mario Draghi es positiva. La semana pasada, cuando habló de “secuencia”, estaba claro que el BCE sólo contemplaría “otros elementos”, si un pacto fiscal fuera aceptado en primer lugar. También dijo la semana pasada que “la confianza funciona al revés”, lo que implica que si se alcanza un punto final creíble, el BCE podría estar más dispuesto a adoptar medidas para proporcionar financiación puente para alcanzar el objetivo final.

Ahora será crucial descubrir que significa “otros elementos” en la mente del Sr. Draghi. Como mínimo, hay motivos para la esperanza de que esto podría incluir un aumento en la compra de bonos por parte del BCE bajo el Programa de Activos de Mercado. También podría incluir una aceptación más amplia de la flexibilización cuantitativa, si la deflación ha demostrado ser una seria amenaza en la recesión que se avecina. Incluso se podría incluir una disposición para adoptar medidas para solucionar el spread de los bonos entre Alemania y otros países, lo que aún parece una exageración.

Cualquiera de estos acontecimientos sería difícil de aceptar por los halcones en el Consejo de Gobierno del BCE. Será interesante ver lo que el Bundesbank, el banco central de Alemania, tiene que decir sobre el pacto fiscal, dado que se ha opuesto siempre a la flexibilización cuantitativa, sea cual sea el régimen fiscal. ¿Ha cambiado de actitud ahora que Angela Merkel, la canciller alemana, ha logrado la unión fiscal que quería, y el presidente del BCE ha calificado el resultado como “muy bueno”? Incluso el Bundesbank podría tener dificultades para oponerse a esta poderosa combinación.

Por lo tanto la importancia de esta cumbre es que se ha llegado a una estrategia económica de la zona euro más en consonancia con la de otros países, involucrándola a un cierto ajuste fiscal, junto con una mayor disposición a adoptar la flexibilización monetaria no convencional.

http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/la_cumbre_europea_suscita_tres_preguntas_claves

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