martes, 29 de mayo de 2012

La corrida bancaria en Europa empieza a ser realmente preocupante

Uno de los grandes problemas actuales de la crisis europea, y del que poco se sabe, es la aceleración de la huida de los depósitos bancarios de los países de la periferia europea, hacia países del centro europeo, o EE.UU. Los últimos datos publicados empiezan a ser preocupantes, y se puede dar el caso, que ni la intervención del BCE pueda frenar este proceso, que amenaza con romper definitivamente la zona euro.
Gavyn Davies, economista de FT, realiza un interesante análisis de esta posibilidad, que publico a continuación.
Europa está sufriendo una corrida bancaria. Hasta ahora ha sido relativamente lenta y prolongada, pero en definitiva, es una corrida bancaria. Y cada vez parece estar acelerándose más.
El temor de las corridas bancarias está profundamente arraigado en todos los economistas que saben algo sobre la génesis de la Gran Depresión en los EE.UU. a principios de la década de los 30. El fallo del Banco de EE.UU. en diciembre de 1930 condujo a corridas bancarias por todo el país. Las quiebras bancarias en los dos siguientes años acabaron con los ahorros personales y exacerbó en gran medida la caída de la demanda de la economía.
El análisis clásico de la crisis, realizado por Milton Friedman y Anna Schwartz, llevó a la conclusión que el colapso fue en gran parte culpa de la Reserva Federal, que no proporcionó liquidez suficiente para mantener el funcionamiento de los bancos, y así poner fin al pánico.
Después del crash, con el establecimiento de la Federal Deposit Insurance Corporation, se pretendió garantizar que los titulares de los depósitos no tuvieran que volver a vivir el temor porque sus ahorros estuvieran en peligro.
¿Cuáles son las lecciones para la zona euro?
El riesgo de corridas bancarias es una característica inevitable de cualquier sistema bancario que tenga depósitos a corto plazo de los prestamistas, y luego haga préstamos a largo plazo a los prestatarios. Esta transformación es sin duda la función clave de un banco, pero trae consigo el riesgo de que los depositantes soliciten su dinero en grandes cantidades en un momento en el que el banco no cuente con los recursos líquidos suficientes para mantener esta demanda.
Esto puede causar una estampida racional de retirar el dinero, ya que los depositantes temen perder todo su dinero al final del día. El pionero trabajo de Diamond y Dybving en 1983, puso de manifiesto que los sistemas bancarios se caracterizan por múltiples equilibrios. Ellos demostraron que es posible que el sistema se desplace de una situación estable y en equilibrio, a una situación en la que es racional para los titulares de los depósitos exigir su dinero inmediatamente.
De alguna manera, el retiro de los depósitos bancarios en la periferia de la zona euro no es más que una versión en cámara lenta de un desplazamiento racional bancario en la forma de Diamond/Dybvig.
Por ejemplo, los depósitos en los bancos griegos han caído cerca de un tercio desde comienzos de 2010. Los depósitos en los bancos irlandeses y más recientemente en España, han estado también cayendo. Los depositantes han ido cambiando su dinero a otros sistemas bancarios, especialmente los de Alemania.
La respuesta estándar del Banco Central a este problema es proporcionar suficiente liquidez para garantizar la solvencia de los bancos, y que los titulares de los depósitos siempre sean capaces de retirar su dinero, en cuyo caso, se supone que le pánico tenderá a disminuir. El BCE ha hecho esto con todo el rigor requerido, en este sentido no es posible criticar al BCE por no cumplir con el papel de prestamista de último recurso. Sin embargo, la continua fuga de los depósitos no se ha detenido.
La razón de esto, por supuesto, es el hecho de que la eurozona no es una sola nación, a pesar de que tiene un banco central único. Esto tiene dos consecuencias. En primer lugar, el temor subyacente de los depositantes no es simplemente, o principalmente, las quiebras bancarias. En su lugar, ellos probablemente teman la devaluación de sus depósitos frente a las economías centrales, si el euro se rompe.
Por tanto, la corrida bancaria está siendo causada por las preocupaciones sobre el riesgo de tipo de cambio, no necesariamente por el temor a la quiebra de un banco como tal. Esto hace que sea mucho más complicado de tratar, ya que es muy difícil ofrecer garantías contra futuras pérdidas de tipo de cambio al día de hoy. Alemania no quiere estar detrás de esas garantías a los ciudadanos griegos y españoles, en el caso de una ruptura del euro.
En segundo lugar, la corrida bancaria está aumentando considerablemente la escala de las transferencias de potencial entre los estados-nación que hasta hace poco se han disfrazado en el balance del BCE. Puesto que los depósitos son retirados de los bancos griegos, el BCE sustituye a estos depósitos con las operaciones de liquidez. Si se trata de operaciones estándar, tales como las llevadas a cabo en diciembre y febrero, el BCE está asumiendo directamente los riesgos que el titular del depósito privado  griego ya no está dispuesto a mantener. Si la liquidez se inyecta a través de préstamos de emergencia, el Banco de Grecia es quien teóricamente asume el riesgo, y no el BCE en su conjunto. Pero en el caso de una ruptura del euro, las pérdidas en última instancia, recaerían en el propio BCE.
El problema es que esto potencialmente expone al BCE a pérdidas mucho más grandes que cualquier cosa que se haya contemplado hasta ahora por las economías centrales. Hasta ahora, el BCE ha estado dispuesto a inyectar liquidez para cubrir las necesidades de financiación de los bancos de la periferia dado que el mercado interbancario se ha secado. Si por el contrario, tienen que brindar fondos semi-permanentes para cubrir grandes retiros de depósitos bancarios, el tamaño y la escala de tiempo de la inyección se vuelve extraordinariamente grande.
Mario Monti, al parecer, tuvo un plan en la cumbre del G8 para ofrecer garantías financiadas conjuntamente sobre los depósitos bancarios que se apliquen en toda la zona euro. Sin duda, esto ayudará, pero si es suficiente para eliminar los temores de pérdidas de tipo de cambio si el euro se desintegra, es otro asunto. Para solucionar ese problema, la creencia en la integridad del euro como moneda única necesita ser restaurada. La corrida bancaria podría llevar las cosas a un punto crítico.

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