lunes, 24 de septiembre de 2012

Cambios y enfoques (¿o ha de ser al revés?)

Cada día tiene su cosa, es decir, algo que nos ocupa más el interés o a lo que tenemos que dedicar más esfuerzo y trabajo. Cierto: hay cosas cuya importancia excede a un mero día y que se traslada en el tiempo ocupando semanas incluso, o más, considerando sus efectos. Es lo que yo llamo ‘El show de …’, de esa cosa que preocupa y que hay que resolver. Desde hace semanas estamos metidos en el show de la compra de deuda por parte del BCE, y va a durar.
Veamos, ¿por qué ha de comprar deuda el BCE de países con problemas?; pues, digámoslo así, para reducir la presión sobre la deuda de esos países y que baje el precio que han de pagar para que se la compren, es decir, para que se reduzca el olor a sangre que esa deuda emite y que ese olor no cause efectos perniciosos sobre la economía de países que comercian con los primeros. Vale, pero, esos países cuya deuda se está discutiendo que el BCE pueda comprar, ¿pueden pagar la deuda de deben?.
Tal y como lo veo el precio de la deuda es un problema, un problemón, sí; pero no es EL problema. EL problema es la incapacidad para pagar todo lo que se debe … independientemente del precio a que se refinancie la deuda existente o el de las nuevas emisiones que se realicen. El problema radica en el continente, no en el contenido.
Sin embargo de eso no se habla porque abordarlo supondría mentar algo que no se puede ni mencionar ya que desataría una oleada de aquello que más se teme en los mundos que se ocupan de las cosas del dinero: la desconfianza que llegaría tras manifestar, aunque sea indirectamente, que no puede pagar todo lo que debe alguien de quien se tiene deuda, y aunque se sepa que ese alguien no puede pagar todo lo que debe. ¿Es una ficción?, si; y es la latinoamericanización de partes de Europa.
¿Qué va a pasar?, pues pienso que el BCE comprará deuda porque a nadie le interesa un cataclismo y porque los cataclismos no están de moda: ahora nadie tiene que cabrearse. Pero, sigo pensando, será transitorio, un parche, un esperar hasta que acaben de pertrecharse de las herramientas precisas quienes han de llevar a cabo el trabajo. Convergencia presupuestaria, convergencia bancaria, convergencia de deuda. Con intervención directa: ‘Ud. tiene que hacer esto y aquello, aquello otro no lo puede hacer, y lo tiene que hacer para mañana’, y con quita o con conversión de deudas con vencimiento perpetuo.
Pienso que no hay más; y pienso que no hay menos.
Un bastante en relación a esto un lector, desde Uruguay, me ha remitido el siguiente mail:
“(…): leo diariamente La Carta de la Bolsa y sigo sus análisis y los de sus colegas con detenimiento. Ud. dice que este modelo esta muerto y que tenemos que esperar a ver qué surge luego. No quiero ponerlo en un aprieto ni mucho menos pero me da la sensación (y creo que no soy el único) de que nos estamos yendo todos hacia un Apocalipsis económico. Una cosa realmente jodida (perdone la expresión) donde todas las economías se hundirán y el dinero no valdrá ni el papel en que está impreso. No veo el nuevo modelo por ningún lado, es más, creo que ya no hay tiempo para idear un nuevo modelo. La mayoría de la gente con quien he compartido estas ideas dicen que soy muy catastrofista, que no va a ser para tanto. Aunque nos separan muchos kilómetros de distancia quisiera saber su opinión, con la mano en el corazón: estoy muy equivocado?”.
Mi respuesta fue:
“No, no vamos hacia un cataclismo porque no resolvería absolutamente nada y porque el sistema aún tiene recorrido (convenientemente readaptado, claro: el Sistema Capitalista hoy no el mismo que existía en 1928 ni aquel era idéntico al existente en 1850). Ese ‘cataclismo’ vendrá, pero más adelante: cuando el sistema ya esté agotado, y pienso que para eso aún falta un poco, y pienso que será un cataclismo bastante controlado y nada parecido a las Guerras de Coalición que caracterizaron el paso del Mercantilismo al Capitalismo.
Ahora viene una época muy complicada porque va a suponer tener que aceptar que bastantes personas no van a ser necesarias para generar PIB, es más, que no tienen que generar PIB aunque quieran porque generar ese PIB tendría unas consecuencias muchísimo más graves que no generarlo. Por ahí irá el nuevo modelo: eficiencia en el uso de unos recursos escasos en un entorno de escasez.
El dinero no deja de ser la manifestación visible de un valor; pero ese valor puede tener muchas manifestaciones: ¿recuerda los ‘créditos’ de las narraciones de ciencia ficción que era válido en cualquier rincón de la galaxia?.
Y bueno, los cambios pienso que llegarán al mismo concepto de Estado y a las divisiones territoriales de los países. Lo importante será la generación de ese valor, no el Estado en el que se genere. Precisamente uno de los fracasos de uniones tipo la UEM o Mercosur ha sido pensar en términos de países (en el momento no se podía pensar de otro modo) y no en términos de clusters, pero pienso que hacia eso vamos.
En resumen, momentos muy duros, si; nada volverá a ser como fue, también; cambios radicales en el modo de ver y de hacer las cosas, desde luego; pero el fin del mundo, en absoluto: de todas las crisis sistémicas de ha salido hasta ahora; no va a ser la actual la excepción”.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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