viernes, 29 de marzo de 2013

La fuga de depósitos que no existió en Chipre


Al final ni siquiera fue un paseo, mucho menos aún las carreras que muchos habían previsto para retirar los depósitos bancarios en Chipre. Los analistas creían que apenas reabrieran sus puertas los bancos el jueves al mediodía, después de que Chipre firmara un rescate con la Unión Europea para evitar la quiebra nacional, habría escenas de caos.
Los expertos tenían razón, pero no fueron los chipriotas los que causaron el pandemonio. Equipos de televisión de todo el mundo se amontonaron en la pequeña plaza Eleftheria, en el centro de Nicosia, donde convenientemente se encuentran dos de los principales bancos de la capital. Si había una docena de chipriotas esperando pacientemente para sacar dinero, probablemente había el doble de cámaras, todos ellos nerviosos, mientras que los chipriotas permanecían en calma. Las razones de esta actitud no son difíciles de encontrar en conversaciones con los habitantes de Nicosia, una ciudad soleada y acogedora, con una vibrante cultura de cafés. Los grecochipriotas se describen a sí mismos como más relajados que sus primos en Grecia, donde la reacción a la austeridad decretada en su propio acuerdo de rescate de la UE fue el caos en la calles de Atenas.
Si bien es cierto que una bomba explotó el día en que los bancos de Chipre terminaron su cierre de dos semanas, el estallido de hecho ocurrió en Grecia.
Los chipriotas dicen que han pasado por cosas peores, como la guerra de 1974, cuando la isla fue dividida tras una invasión militar turca.
Jean Kelly-Christou, redactor jefe del Cyprus Mail, el diario más viejo de la isla, dijo que la gente hizo uso de las lecciones de la crisis económica que siguió a la guerra.
"La mayoría de la gente está siendo pragmática y entiende que las manifestaciones y la furia pueden empeorar las cosas", dijo Kelly-Christou, un irlandés.
El analista político de la Universidad de Nicosia Hubert Faustmann insistió en la naturaleza no violenta de los chipriotas, que además viven en un país pequeño - 800.000 habitantes en la parte griega, 1,1 millones en total - en el que si sales a la calle a protestar, "podrías estar tomándola con el cuñado de tu vecino".
"NOSOTROS TENEMOS LA CULTURA"
Esta semana se impuso un estricto régimen de límites a las transacciones bancarias, como un tope diario de 300 euros a los retiradas de dinero, en lo que se ha calificado de una medida sin precedentes.
Pero eso será en la breve historia de los rescates de la zona euro, puesto que los chipriotas recuerdan que tuvieron que soportar años de controles cambiarios tras la guerra de 1974.
En cualquier caso, gran parte de la indignación en Chipre probablemente se gastó antes de que se firmara el lunes el acuerdo en Bruselas.
Una versión inicial preveía un impuesto a todos los depósitos bancarios, pequeños y grandes, y eso enfureció a los pequeños ahorradores en la isla. El acuerdo final, que afectó a solo aquellos con más de 100.000 euros en el banco, fue mejor recibido.
Las restricciones a las transacciones bancarias también quizá ayudaron a calmar el clima. Después de todo, si la gente no puede sacar más de 300 euros por día, es difícil tener una fuga bancaria total.
La mayoría de la gente no tiene 100.000 euros en el banco y en cualquier caso se tranquilizaron por el hecho de que los depósitos inferiores a ese nivel estuvieran protegidos por el seguro.
Muchos de los que hacían cola en la reapertura de los bancos eran personas mayores que se habían quedado sin efectivo. Decían que se sentían cómodos con las tarjetas de crédito y que no las podían usar en los cajeros automáticos, que siguieron operando todo el tiempo.
Otros probablemente se dieron cuenta de que tenían la misma probabilidad de retirar el dinero más adelante que en el primer día.
"Pensamos sacar nuestro dinero pero vamos a esperar (...) hoy va a ser un caos", dijo el jueves Constantina Economidou, una empleada pública.
Otros estaban resignados o quizás agobiados por la sensación de que había cuestiones de altas finanzas en el trasfondo, con las que ellos no podían hacer mucho.
"El Gobierno no nos ha dicho exactamente qué está pasando, así que la gente no sabe cómo reaccionar. ¿Debo tener esperanzas o preocuparme?", dijo Patra Michaelides, una maestra de 45 años.
Theodora Kyprianou, que tiene 72 años y es propietaria de una tienda de regalos llena de camisetas, sombreros y souvenirs de Chipre sin vender, dijo que la calma general cuando reabrieron los bancos no la sorprendió.
"Aquí somos civilizados ¿qué esperaban?", dijo.
"El problema no es grande, es muy grande. Pero ¿qué podemos hacer al respecto?", preguntó, encogiéndose de hombros.
Picados en su orgullo, muchos pidieron en las redes sociales una reacción medida que no diera a los medios extranjeros la satisfacción de ver al país descontrolarse.
"Puede que tengáis los euros, pero nosotros tenemos la cultura", dijo el titular de portada del diario Politis, encima de unas fotos de gente haciendo cola en los bancos. (Traducido por la Mesa de Santiago de Chile; Edición de Teresa Larraz)

lacartadelabolsa

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