viernes, 26 de septiembre de 2014

Francia-Grecia. Algún turismo.

Francia-Grecia. Algún turismo.
Ayer, recordarán, publiqué un tweet de título “Grecia” que incluía un link en el que se hablaba de un nuevo impuesto que se añadirá al cuadro fiscal griego. ¿Si?. Ese link me lo remitió un lector, y ese lector me ha enviado un mail en relación a dicho texto, este:
“He leído su artículo. Solo le digo que salvo lo que estén haciendo sea un negocio para algunos no tiene ningún sentido destrozar a los ciudadanos de esa forma. Si se quiere que Europa sea fuerte ya pueden inventarse otra cosa. Morirse de hambre es una solución a qué. Será a no tener que pagar prestaciones de desempleo ni subsidios ni pensiones...”.

Su texto me ha hecho reflexionar.
Ayer fue Grecia, hoy es Francia:http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/26/actualidad/1409073520_163909.htmlyhttp://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/26/actualidad/1409040104_242948.htmlMañana será España: ya se rumorean recortes por 40 mM€:http://www.meneame.net/story/economia-admite-documento-recortara-40-000-millones-proximos, pienso que serán más ; pasado será Alemania; ayer fue Holanda: el Jefe del Estado, el pasado año al inaugurar el curso parlamentario: el modelo de protección social no es sostenible.
A ver si lo sé decir bien. Si repasan la Historia de la humanidad de los últimos 2.000 años la secuencia de guerras, hambres, privaciones, abusos, explotación, saqueos, plagas, miseria y mortandad es constante, de hecho es la norma. Bastaba un poco menos de lluvia de la conveniente o un poco menos del calor necesario y se generaba una hecatombe que duraba años. El 99,99% de la población en cada momento de casi la totalidad de esos 2.000 años no pintaba nada y su vida no contaba para nada. Existían por y para el restante 0,01%. Y sí, estoy hablando del siglo III y del XVI, pero también de los años 30: lean sobre los motines por hambre que se desataron en USA tras la Depresión y la brutal represión con la que se desmontaron; de eso se ha hablado muy poco.
De pronto, desde el fin de la II Guerra Mundial, y en concreto desde 1950, todo cambio. Todo, radicalmente. Si en Inglaterra un plebeyo o un monarca del siglo XIII o del XVII hubiesen aparecido en medio de la City en 1960 no hubiesen entendido absolutamente nada, y no lo digo por los automóviles o los atuendos de la gente, sino porque en 1960 la distancia entre ‘los de arriba’ y ‘los de abajo’ era visualmente escasa (con los de ‘muy arriba’ ya era otra historia, pero esos no paseaban por la City en 1960, ni ahora, claro).
La revolución trascendental experimentada se llamaba ‘Clase Media’, y el instrumento revolucionario ‘pleno empleo de los factores productivos’. La dinámica histórica había llevado a una situación ÚNICA: jamás en los 2.000 años anteriores se había dado una combinación de elementos tales que tuvieran como resultado el hecho que fuese conveniente que la mayor parte posible de la población ‘estuviese bien’; es decir, que era bueno que la mayoría de la gente, o toda, si ello fuese posible, estuviese bien alimentada, con buena salud, percibiendo un salario suficiente, atendida con un modelo de protección brindado por un Estado potente, …, y ello no en un solo país, sino en muchos: en los 50 y 60 África creció, realmente; y el Producto Social Bruto de los países de economía planificada, el equivalente al PNB capitalista, no cesó de aumentar desde mediados de los 50; y Japón, aniquilado tras la guerra, se demostró una potencia en la exposición universal de Osaka de 1970. El planeta se hallaba instalado en un estado de bienestar en el que el ir todo bien hacía todo fuese mejor. La monda, vaya. Y, encima, con unas deudas escasísimas. Hasta que se acabó.
A mediados de los 70 las grandes corporaciones se preguntaron si no podían ganar más. No es que perdiesen dinero, pero al fin y al cabo casi todo el planeta estaba metido en el capitalismo y la pregunta era muy lógica. (El resto estaba metido en un capitalismo de Estado y las preguntas iban más por el lado del mantenimiento de status). Paralelamente se desmontaron dos supuestos sobre los que se había basado toda la maravilla anterior: que la cantidad disponible de commodties era ilimitada y su precio tirado.
Aquel estado de bienestar fue desapareciendo, lentamente al principio, más rápido con el paso del tiempo. La necesidad de factor trabajo se fue reduciendo. Los salarios comenzaron a caer. Los Estados se vieron con cada vez una mayor dificultad para cumplir los que aún eran sus compromisos. Las corporaciones fueron aumentando su volumen y su poder porque el tamaño generaba sinergias. Lo financiero se fue haciendo archifundamental para financiar cambios y adaptaciones cada vez más caras y de vida más breve. Bajar impuestos empezó a ser de izquierdas. La Clase Media comenzó a menguar, al principio más por abajo, luego por el medio, finalmente también por arriba.
Septiembre del 2007 fue el principio del fin. El modelo, estrujado y retorcido, maquillado y planchado desde mediados de los 70, dijo basta. Pero aún no había otro nuevo. Desde el 2010 se está diseñando, y en eso se está.
Pero quienes tienen que saberlo ya saben lo que hay que hacer, M. Emmanuel  Macron, el nuevo Ministro de Economía de la República Francesa es uno de los que lo saben y va a llevar a término las medidas convenientes para ir por la senda que conduce al nuevo modelo. Es una pura anécdota que en el programa con que M. Françoise Hollande ganase las elecciones presidenciales se hallase a años luz de lo que hará su nuevo Ministro de Economía, una pura anécdota: las elecciones había que ganarlas, luego ya se haría lo que hubiese que hacer, lo que fuese conveniente hacer.
Pienso que al contrario de lo que dice mi lector, lo que está sucediendo, lo que va a suceder, no tiene nada que ver con un negocio. Considerando hacia dónde vamos: un escenario de imprescindible eficiencia poblado por un número innecesario de personas y con una disponibilidad de recursos escasa, existen excedentes de capacidad productiva de todo, existen excesos de deuda impagable, existen déficits infinanciables con las disponibilidades existentes, existen excesos de oferta por doquier, existen excesos de empresas, y para liquidar esos excesos, para limitar esos excedentes se han de tomar medidas como las que tomará M. Emmanuel  Macron y otros como él en la línea de quienes ostentan de verdad el Poder: los mercados.
Periódicamente se hablarán de brotes verdes, de destellos, volverá a mentarse el túnel y la luz que se ve a su final, pero será durante un tiempo y cada vez con una menor frecuencia porque el camino es único y la opción unívoca: el estado de bienestar finalizó hace tiempo y aquel período único en la Historia acabó. Ahora se volverá a la normalidad –de ahí que, en realidad, no sea nueva– aunque sin los caos del pasado: para eso está la tecnología que puede fotografiar un sello de correos desde una altura de 800 Km, escuchar una conversación desde una distancia de docenas de metros con cristales de por medio y seguir el día a día de cualquier persona a través de las cámaras callejeras y de los consumos que esa persona cualquiera realice.
No, no es un negocio; es un nuevo modelo. Muy distinto, muy diferente; eso, es verdad.
(Publicado 27.08.2014)

Ayer una lectora me remitió este link:
Y yo se lo remití a una amiga que reside en Palma de Mallorca acompañado de una etiqueta: “Increíble pero cierto: el peliculón continúa”. Me ha respondido lo siguiente:
“Sí, y seguirá! Vosotros tampoco os salváis de este tipo de turismo, eh? Aunque este tipo de turismo en Barcelona debe ser una minoría, no? En Baleares no podemos decir lo mismo”.
Le respondí:
“Es una minoría por la proporción con el resto, con su volumen, pero el Magaluf catalán no es la Barceloneta, sino Lloret, y el Saloufest. La pregunta: ¿Por qué se aguanta eso?.
Francia, Alemania, Austria, … reciben cuatro tipos de turismo, España recibe mayoritariamente dos: el medio bajo y el bajo. Ambos se caracterizan por dos cosas: gastar poco y armar gresca, lo segundo sobre todo el segundo. ¿Montan los turistas que Londres recibe los shows que montan los turistas británicos que visitan Magaluf?; y los turistas que recibe París,  ¿arman las broncas que arman los franceses que deciden pasar unos días en Lloret (o en Barcelona)
El drama es que España no puede atraer a otro tipo de turismo, la tragedia es que si no viene el que viene vendría muy poco del otro”.
Es un tema recurrente y cansino. A España empezó a venir un turismo en los años 50 que no podía ir a otro sitio, ¿por qué? pues porque en España el nivel de precios era bajo en comparación a su nivel de renta (que también era bajo aunque más alto que el español) debido a que baja era la calidad de los servicios e instalaciones ofrecidas. España escogió un modelo turístico porque no podía escoger otro, el problema, el error terrible, garrafal, es que España se quedó ahí: en el turismo masificado de reducido poder unitario gasto.
Antes, hasta el estallido de la crisis, los diferentes Gobiernos decían que el turismo le servía a España para compensar su balanza comercial, ahora se dice que de él que es ‘un motor de recuperación’. La verdad es que mucho del turismo que viene a España viene porque hoy es lo máximo que puede obtener por lo que puede pagar y porque es un lugar en el que se le permite armar todo el jaleo que en su país ni remotamente podría armar.
Una gran parte del turismo que a España viene, viene porque no puede permitirse ir a otro sitio y porque aquí puede hacer cosas que en otros sitios no podría hacer. Se habla mucho del número de turistas que vienen a España, bastante del volumen de dinero total que en España gastan, prácticamente nada de la evolución del gasto medio por turista y día en euros constantes, y nada en absoluto de lo que cuestan los desórdenes, los destrozos, las broncas, las suciedades y los desmanes que mucho de este turismo ocasiona, tanto en términos económicos como psicológicos: http://www.eltriangle.eu/cat/notices/2014/08/mes-protestes-la-barceloneta-contra-el-turisme-incivic-39489.php. “Turismo de borrachera”, ¿pueden siquiera imaginar ese concepto referido a Viena o a Florencia?
Pero el drama es que España no puede atraer a otro tipo de turismo porque ya perdió ese tren; y la tragedia es que si no viene el que viene no vendría más del que sería deseable que viniese.
Terrible, ¿verdad?
(Publicado 28.08.2014)
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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