jueves, 26 de noviembre de 2015

Más reflexiones sobre la oferta y demanda de trabajo

Hace unos días recibí un mail:  “ (…) Soy Ingeniero Industrial Superior de (una edad comprendida entre los 30 y los 35 años) interesado en noticias de ciencia y desde hace unos años en la economía.
Me pongo en contacto con usted para hacerle llegar un artículo de un tema del que usted últimamente hace referencia sobre la repercusión de la tecnología sobre los puestos de trabajo. Lo interesante de este artículo es que un pionero de la robótica como Rodney Brooks pone una voz de alarma y avisa de tomar medidas al respecto.


Me gustaría comentarle mi situación profesional (como vía de escape o terapia) ya que en 2 artículos que escribió en “La carta de la Bolsa”, “Selección de personal” (http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/seleccion_de_personal)  y “Reflexiones a un nivel intermedio” (http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/reflexiones_a_un_nivel_intermedio), me sentí totalmente reflejado, primero porqué intenté optar a un puesto de mayor relevancia dentro de mi empresa y me sucedió algo similar que al de selección de personal, y segundo la manera de gestionar el área a la que pertenezco queda muy bien definida en el segundo artículo.
Estuve 2 años viviendo fuera después de acabar la carrera y trabajando donde podía para aprender inglés. Ahora trabajo en un departamento técnico de una empresa pública desde hace algo más de 8 años (entré justo cuando empezó la crisis y pensé que me tocó la lotería), y la verdad es que siempre he sido un gran defensor del sector público y de su buena praxis. Pero si le soy sincero en mi caso he vivido una situación muy dura desde el punto de vista profesional.
Con mi formación universitaria además de un master, las labores que me han encomendado desde que entré han sido las de un simple becario (o hasta menos). Al principio no le di importancia y pensé que mi superior tenía un plan de formación para mí porqué le quedaban unos años para jubilarse, pero con el paso del tiempo empecé a ver que no era así, me di cuenta que en vez de tomarme como un apoyo y un compañero, me tomó como un rival, por eso no ha dotado mi puesto de contenido ni de valor, y la verdad es que ahora me veo atrapado en una burbuja.
Salir a fuera a buscar algo que me llene y me haga crecer como profesional es muy difícil, primero por la coyuntura económica, segundo porqué como yo y con más experiencia con tareas de relevancia hay miles, tercero porqué soy consciente de las buenas condiciones laborales que tengo en comparación con lo que podría conseguir ahora mismo y cuarto el tener familia no me permite arriesgarme.
Lo peor de todo esto es que está cambiando mi manera de ser, siempre he sido una persona muy seguro de mí mismo, con muy buen humor, con mucha predisposición a ayudar y con don de gentes, pero ahora dudo mucho de mí, me intento realzar a mí mismo alegando mi carrera, pero esto es un verdadero síntoma de mi estado acomplejado, me hago culpable de toda mi situación, me siento inútil. Y cuando hablo con mis compañeros de facultad que por suerte todos tienen trabajo (en su día fueron para entendernos un poco peor estudiantes que yo, ya que tardaron más tiempo en acabar la carrera y con peores notas) me avergüenzo de comentarles mis tareas y les envidio por los puestos que ocupan.
Ahora estoy como con un enfado permanente, aunque intento que no sea así, y cuando me piden alguna ayuda me cuesta darla, cuando antes hasta me ofrecía, y el trato con los compañeros es afable pero con pequeñas riñas frecuentes por mi poca paciencia que tengo ahora.
Sé que podría resignarme y ser un acomodado más y hacer justo y llanamente lo que me piden, pero soy una persona dinámica y ambiciosa (ambiciono tener unas tareas de más contenido y relevancia, por eso estudié una carrera superior) y me está pasando una tremenda factura, porque si estuviera trabajando en una cadena de comida rápida ya sé lo que hay, pero estando en un área técnica, saber que tu formación y tus aptitudes podrían ser un valor para tu departamento y que no son aprovechadas sino todo lo contrario, y ver que compañeros de otros departamentos técnicos que si ejercen como tal, se me hace muy muy duro.
No sé, estoy preocupado por mi salud mental, y sé que no debería decir esto, pero la verdad es que aun siendo un afortunado en un país lleno de más de 4 millones de penurias me siento desgraciado por el trabajo que tengo.
Todo esto me hace pensar y replantear que en una empresa privada esto no me hubiera sucedido, porque no se podrían permitir tener un valor y no aprovecharlo, si valiera o no ya es otro tema, pero al menos me hubieran dado la oportunidad de saberlo, cosa que aquí ni eso, y me duele que me hagan dudar del sector público, porque siempre le he tenido un gran respeto, lo he defendido y he tenido vocación como tal.
En la oscuridad en la que me veo profesionalmente hablando me hace tener esta visión singular y no darme cuenta tal y como comenta uno de los artículos a los que hice mención antes es que todo esto sea una práctica común tanto en empresas privadas como públicas, ya no lo sé.
Lo que sí sé es que no me rendiré y seguiré buscando una solución por mucho que mi actual estado anímico me lo complique, porque me merezco tener más contenido y saber hasta dónde puedo llegar”.
Mi respuesta fue:
“De Rodney Brooks había leído varias cosas, esto que me ha remitido, no. Bueno … le digo lo que ye he dicho decenas de veces: esto ya lo adelantó con cifras, casos y situaciones Jeremy Rifkin en el ya lejano 1994 en “El fin del trabajo”. Es muy curioso que en las posteriores ediciones (y ya desde la primera en español) se haya perdido el título original: “The End of Work. The Decline of the Global Labour Force and the Dawn of Post Market Era”. Pienso que el simple título lo dice todo.
La tecnología, y ahí meto todo, reduce la demanda de trabajo en una atmósfera de oferta de trabajo creciente, luego el resultado es desempleo estructural, subempleo, descenso de los salarios, empeoramiento de las condiciones laborales, reducción de la recaudación fiscal y disminución de los ingresos por cotizaciones sociales. Y eso ya es otro modelo. Y no, eso no se puede ‘solucionar’ porque la evolución tecnológica no se va a detener. La única vía para mitigar el empeoramiento de las condiciones sociales es la instauración de la renta básica y la disminución de la población activa, aunque lo segundo es algo a largo plazo.
En un escenario como ese lo que cuenta de su caso particular es totalmente lógico y resumible en una frase: ‘Sálvese quien pueda’, lo que sucede es que tienen más posibilidades –temporales– de salvarse quienes más arriba se hallan en la escala de niveles. De lo dicho en el párrafo anterior se deduce que los miembros de la oferta de trabajo se han convertido en competidores a pesar de ser miembros todos del mismo colectivo   -the working class -, por lo que no es extraño lo que cuenta de su jefe y de sus compañeros, competencia que se agudiza si alguien se siente amenazado por otro alguien con mayor cualificación.
Sobre lo que dice de la empresa privada … No crea. Yo he visto enfrentamientos durísimos en empresas privadas, peleas por celos, discusiones para ganar puntos en la consideración de la cúpula, zancadillas, mentiras, falsos rumores, hacer caer a alguien para pasar por encima de él, … De alguna manera lo que Ud. cuenta recuerda a cosas que vi hace tiempo en el mundo privado, lo que es lógico porque en ausencia de una regulación efectiva, los procesos se establecen automáticamente como Ud. ya sabe que sucede.
Consejos jamás doy, pero lo que si le sugiero es que, sin prisa pero sin pausa vaya buscando otro empleo, en una empresa ya establecida o en colaboración con otros colegas. Si se siente mal, váyase porque su rendimiento acabará bajando, pero no se vaya sin tener otro empleo. Y recuerde que es mucho más fácil encontrar un empleo teniendo ya uno que no teniéndolo”.
Para meditar.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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