jueves, 31 de diciembre de 2015

Tasa de ganancia

No lo parece, pero es un concepto muy marxista.Posiblemente lo que más se ha citado del primer tomo de ‘El Capital’ (1867) haya sido la referencia a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia que el Sistema Capitalista incorpora desde sus orígenes como si de un gen se tratara.
Ya saben el razonamiento: ante la competencia creciente y agotada la vía de la explotación de la clase obrera a través de la reducción permanente de los salarios y ante la imposibilidad de aumentar las horas de trabajo, la burguesía entra en una dinámica inversora a fin de aumentar la producción. Pero a medida que la producción crece la tasa de ganancia adopta una línea decreciente al no poder ser absorbida la oferta en aumento por parte de la miserizada clase proletaria.


La evolución del conjunto ‘ocupación – salarios – consumo – beneficios’ es conocida, pero desde 1995, el momento en que comienza la masificación de Internet y de las TICs, las cosas cada vez están menos claras para el conjunto anterior y el círculo virtuoso que creó desde la II GM y que se fue alimentando por diversos medios.
El razonamiento subyacente de estas dos noticias, por ejemplo, está trayendo de vuelta, de alguna manera, el planteamiento de base de la lógica expuesta por Marx hace 150 años: la insuficiencia de demanda y sus posibles consecuencias sobre los beneficios:http://www.elmundo.es/tecnologia/2015/11/13/564506f1ca4741ab618b463d.html yhttp://one.elpais.com/el-ordenador-de-minority-report-y-iron-man-ya-lo-puedes-tener-en-tu-casa/ .
Marx no supuso que pudiese ponerse en marcha un proceso mediante el cual se alcanzase el pleno empleo del factor trabajo, que la productividad pudiera crecer como ha crecido, ni que un fenómeno desconocido en su época: el endeudamiento privado, pudiese alcanzar la dimensión que ha alcanzado, pero de algún modo el bucle que el Capitalismo ha descrito en este siglo y medio ha vuelto al lugar del que partió: la tecnología ha logrado que la capacidad productiva no tenga prácticamente límite, a la vez que ha conseguido que los costes de producción se hundan hasta niveles inimaginables hace una década, y entre ellos el del trabajo.
La tecnología genera empleo, pero muchísimo menos del que destruye y de unas características determinadas y mucho de él de un precio menor del que elimina. Al otro lado una masa creciente de población activa subempleada o simplemente desocupada que ya no integra ningún Ejército Industrial de Reserva porque la demanda de trabajo es decreciente; una masa que, en el mejor de los casos, contará con una renta básica para subsistir.
Cierto: la concentración productiva aumentará –otra característica del Capitalismo– y la productividad se disparará lo que permitirá reducir costes de producción y precios de venta, pero, ¿permitirá esa productividad al alza mantener unas crecientes tasas de ganancia?
Y desde luego lo que no va a suceder es que no va a sonar la hora final de la propiedad privada capitalista ni ningún expropiador va a ser expropiado.

***

Bueno, ya hemos llegado al final: del año. Que salgan bien del que se va y que entren bien en el que llega. Mi sugerencia: tómenselo con calma porque pienso que va ser un año complicado: se va a ir liquidando lo viejo y va a ir metiéndose –con calzador– lo nuevo.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

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