lunes, 20 de junio de 2016

Los bancos centrales han perdido sus poderes mágicos

Durante la crisis financiera de 2008-09, los políticos se enfrentaron a decisiones difíciles y electoralmente impopulares y traspasaron la responsabilidad de la economía a los bancos centrales. Estos aceptaron la tarea de cuidar la salud de la economía mundial. Pero cada vez hay más dudas sobre los poderes de los bancos centrales y su capacidad para impulsar una recuperación.

Los políticos han diseñado una estabilidad artificial. Los déficits presupuestarios, las tasas de interés cero o negativas, y la flexibilización cuantitativa (QE), no han restablecido el crecimiento global o elevar la inflación a los niveles necesarios para tener la elevada deuda bajo control.


En cambio, las bajas tasas y la supresión de la volatilidad ha animado el boom de los precios de activos en muchos mercados del mundo. Dado que los precios de los activos actúan como garantía de los préstamos, los bancos centrales se ven obligados a soportar estos valores inflados debido a la amenaza potencial para las instituciones financieras que sostienen la deuda.

A medida que las políticas de probada eficacia pierden eficacia, las nuevas iniciativas no convencionales han sido objeto de sospecha y cautela.

La clave de este debate es la política de tipos de interés negativo (NIRP), ahora en vigor en Europa y Japón, y más recientemente en los bonos alemanes.

"Los mercados no creen que esta política cree el consumo impulsado por el endeudamiento y la inversión que genera la actividad económica", dice Satyajit Das, ex-banquero y autor de La Edad del Estancamiento. "Los existentes altos niveles de deuda, malas perspectivas de empleo, bajas tasas de crecimiento de los salarios, y sobrecapacidad han dado lugar a bajas tasas de crecimiento potencial. Es poco probable que esta política cree inflación por las mismas razones, a pesar de la creencia persistente entre el clero de económicos que el aumento de la oferta monetaria puede y en última instancia, siempre crea grandes cambios en los niveles de precios.

Hay subproductos tóxicos derivados de esta política. Las tasas bajas y negativas ponen en peligro la capacidad de las compañías de seguros y fondos de pensiones para cumplir con los pagos de jubilación contratados. La rentabilidad de los bancos también se ha visto afectada de manera adversa. La potencial erosión de los depósitos puede reducir la capacidad de los bancos para prestar y también reducir la estabilidad de la financiación.

La capacidad de esta política para devaluar las monedas para asegurar la competitividad de las exportaciones también es cuestionable. La creciente ineficacia refleja el hecho de que el problema subyacente de los desequilibrios mundiales sigue sin resolverse.

Por otra parte, la forma de formular estas políticas es poco convincente. El intento de la Reserva Federal para normalizar las tasas de interés ha sido confuso y ha contribuido a la inestabilidad. El Banco Central Europeo parece cada vez más impotente. La insistencia del Banco de Japón para poner en marcha nuevas medidas para revitalizar la economía no convence a nadie.

Mientras tanto, las autoridades chinas, hasta hace poco aplaudidas como ejemplares gestores económicos, están pasándolo mal para estabilizar el mercado de valores. El Banco Popular de China también está luchado para evitar la salida de capitales o evitar la presión para devaluar el yuan. Frente a la desaceleración del crecimiento y la poca disposición a reformar rápidamente, China parece de nuevo embarcada en una estrategia de incrementar el gasto y los préstamos bancarios.

A pesar de que el Fondo Monetario Internacional insta a adoptar medidas de calado, el G-20 muestra poco interés en nuevas iniciativas.

La debilidad en el dólar después de la Cumbre de marzo de Shanghai en el año 2016 sugería que las principales economías se habían puesto de acuerdo para reducir el valor del dólar. Esto aliviaría la presión sobre el yuan chino. También apoyaría los precios de los productos básicos. Pero después de un corto período de estabilidad, el acuerdo, si alguna vez lo hubo, parece haber desaparecido.

Existe un reconocimiento creciente de que las opciones disponibles han disminuido. El 'helicóptero del dinero', es decir, el pago de los gobiernos a los ciudadanos, no es más que una forma novedosa del gasto público financiado por la deuda adquirida por el banco central o mediante la creación de dinero. No está claro por qué estas políticas - que se han ensayado varias veces desde 2009 - tendrán éxito esta vez.

Las autoridades también son incapaces de defender sus acciones. Se basan en argumentos imposibles de demostrar, afirmando que sus políticas tienen éxito porque en su ausencia habría sido peor. Lo que está claro es que la pérdida de confianza en los bancos centrales representa una amenaza importante para la estabilidad de la economía y los mercados mundiales."

Fuentes: Satyajit Das, ex-banquero y autor de La Edad del Estancamiento

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